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FELIZ 2024

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Ayer fui a cargar nafta. Desde el auto  vi a una mujer que en el barcito de la YPF  gesticulaba al punto de que su colita de pelo se movía como las aspas de un molino en pleno tornado. Yo, del kiosquito de la YPF, no necesitaba nada. Salvo saber, claro. Así que,  me inventé una necesidad y entré.   La mujer en cuestión -cuarentona muy trabajada en megagimnasio megafamoso megaprotéitco-, apuntaba sus llaves de su megacamiomenta megatilinga  a un evidente sugar daddy megabronceado en toda su decadente gloria.  El chico del barcito me atendió con algo parecido a una sonrisa, y me dijo que hacía como tres horas que se gritaban. La discusión versaba sobre la propiedad de la megacamioneta, el departamento y las vacaciones en Punta. En mi cerebro empezó a sonar  El  diablo de tu corazón,  de Fito. “Te hacés la chica sin tabús, pero sufrís baja presión. Juguemos, nena. Peleemos, nena. ¡Bancateló!” A la tarde, mientras estacionaba en la puerta de mi casa, un tipo bajó la ventanilla de su auto y

El miedo: una mortaja que asfixia

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  Dicen por ahí que pueblo chico, infierno grande. Y por remanido, el dicho no es menos cierto.   Eso es Justo Daract, el escenario donde transcurre La ciudad que no duerme ( Omashu, 2023) de Pablo Martínez Burkett: un infierno grande en el que algunos de sus habitantes se exilian como castigo autoinflingido, guarida o simple necesidad económica. Si tenemos en cuenta que Justo Daract es la capital de las brujas, lo de infierno grande toma una dimensión nueva. Con el terror de siempre, Martínez Burkett despliega en esta novela su don de narrador y su mirada aguda en los detalles, pero va un paso más allá: lo cruza con el grotesco en el punto justo para provocar una sonrisa. Y en ese preciso instante nos pega una cachetada, llevándonos de los pelos a lo que mejor hace:   provocar miedo.         “El miedo es una mortaja que envuelve hasta asfixiar” dice Martínez Burkett en la novela. Y es cierto. El asunto es ¿el miedo a qué? ¿A ser perseguidos por una horda de vampiros chinos o a e

Calma chicha

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  Calma chicha     A Emily Spencer,  acostumbrada a  dormir con la música del viento y el abrumador eco de las olas, la despertó el silencio. En la noche callada, el Sea Hunter apenas se movía. Emily  cerró los ojos, apretó los dientes, se puso una chaqueta y salió a cubierta.        Si alguien ajeno al océano hubiera visto el azul profundo de ese cielo que no tenía fin, si hubiera descubierto las millones de estrellas que se espejaban en aquel mar calmo, jamás habría comprendido el terror que reflejaban los ojos de Carter cuando se acercó a Spencer apenas la descubrió en la toldilla de popa.        —Estamos jodidos, almirante —dijo Carter mirando el azul infinito que confundía el cielo con el mar.               Emily se restregó la frente y luego, apenas por unos segundos, juntó sus manos en una plegaria.       —¿Tenemos agua? —dijo, y también observó la noche.       —La suficiente para una semana en condiciones normales. Para lo que nos espera… puede que dure cinco días. O menos.   

Adelanto Halcones 3

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  A pedido del público, van algunos fragmentos de Halcones 3 (título en veremos) en los que intentaré no spoilear. Probablemente necesiten ajustes pero, así verdes como están, espero que los dejen con ganas de más. Como siempre, la foto se la robé a Black Sails porque no da el presupuesto para producción original. "Un bulto se movió en el rincón más oscuro y solitario de la prisión de Norwich, y dos ratas que husmeaban por ahí corrieron a esconderse en la esquina opuesta del calabozo. Emily Spencer no sabía si era de día o de noche. Y no es que en ese agujero olvidado de la mano de Dios fuera sencillo ubicarse en tiempo y espacio, pero un haz de luz que se filtraba desde un ventanuco del corredor, y que atravesaba los barrotes de la celda, ayudaba a diferenciar las horas. Fue por eso que Emily intentó abrir los ojos. No pudo. Apenas logró despegar el párpado superior izquierdo, pero el pus que supuraba del ojo le impidió abrirlo más. Con el derecho, ni siquiera intentó. Aunque

Top Gun Maverick. ¿Quién dijo que las segundas partes no son buenas?

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  Hoy volví   al cine. Y no lo digo sólo en sentido literal. Sí, fui a un cine pero, por primera vez en mucho tiempo, vi cine en el cine. Harta de pelis políticamente correctas que llenan todos los casilleros de un modo grosero, o que se construyen sobre bases de tiros, bromas tontas, clichés y banalidades, fui al cine deseando ver otra cosa. Fui al cine apelando a cierta nostalgia, en la búsqueda de aquella adolescencia que va quedando lejos, queriendo encontrar a aquel piloto de Top Gun que, durante años y años, me miró desde un póster en mi cuarto de soltera y, tal vez, buscando también a aquella que fui y que ya no soy del todo o que ya no soy casi nada.   Pero, sedienta de entretenimiento, no fui al cine buscando nada más que pasar un buen rato. Y lo logré. TOP GUN Maverick, desde mi humilde e ignorante opinión, es cine. Y no voy a hablar de lo técnico ni de planos ni de nada de eso porque, de eso, no sé nada de nada. Pero sí sé algo de historia, de trama, del camino del hér

A modo de prefacio o despedida

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  Siempre les digo a mis alumnos que uno no es una máquina de escribir. Que, a veces, las cosas no salen. Y que está bien. Que no lo fuercen. Que llegará cuando llegue.   Claro: decirlo es muy fácil. Pero no me puede pasar a mí. No porque yo tenga nada especial, sino porque sé, PERFECTAMENTE, qué es lo que tengo que escribir. El problema es que no quiero. Mi tercer libro de piratas está completamente armado en mi cabeza. De principio a fin. Con detalles incluidos. Con todas las decisiones tomadas. Y muchas de esas decisiones han sido muy difíciles de tomar. Entonces, ¿por qué carajo no puedo escribirlo? La respuesta es fácil: porque no quiero. No quiero dejar ir a estos amigos que hace casi dieciséis años son mi familia. No quiero terminar este proyecto. No quiero quedarme sola. Porque terminar, de alguna manera, será eso: quedarme sola. Emily, Carter, Huesos, Polie y algunos más nacieron en un momento muy difícil de mi vida. En un tiempo en el que la tristeza me tenía ahog

Adelanto de Niebla de espejos

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Con mis queridos Halcones pasa algo raro: el libro a nadie le llama demasiado la atención pero, cuando se animan y lo leen, todos los que me hablan del él me dicen que no pueden parar de leerlo y, cuando lo terminan, quieren YA la segunda parte. Eso es lo más lindo que alguien le puede decir a un autor. Que el libro lo atrapó, que no lo pueden soltar, que quieren que siga. Significa que el mundo que uno creó para los lectores funciona, hechiza, convence. Cuando te cuentan que les preocupa la suerte de los personajes, todo es perfecto. Cuando me dicen que quieren saber qué pasó con Morris, o me preguntan qué onda con James, o insisten en que aman a Carter y a Huesos me sorprendo al entender que los personajes secundarios también tienen peso, que los lectores los quieren o los odian. Así que, como ya falta repoquito para que Niebla de espejos esté con nosotros, les dejo acá un adelanto donde a grandes rasgos se van a enterar en qué andan Ian y Emily. ¿Quieren? Les cuento una i